La derrota ante Argentina deja un sabor mejor del esperado
Rara vez suelo hablar en primera persona, pero un partido amistoso donde quedó a prueba la profundidad generacional del fútbol alemán, amerita que esto sea más opinión que análisis, al menos de mi parte.
Es cierto, Argentina terminó ganando 3-1 un partido que para algunos pudo terminar mucho más cerrado, y en eso estamos de acuerdo. Pero pese a ello, vi muchas cosas que tenía tiempo sin ver en el la Nationalelf. Vayamos parte por parte:
El relevo perpetuo del fútbol alemán
Por una razón u otra, pareciera que Alemania no parara de producir jugadores dignos de la primera selección. Prueba de ello es la manera en la que la selección sub21 destrozó a su igual argentino, con seis goles contra uno. El partido entre las selecciones mayores, pese al marcador, fue reflejo de un nuevo fútbol alemán; donde el dominio del balón y del juego son prioridad. Durante los primeros seis minutos de partido, Argentina tocó el balón en solo dos ocasiones, ambas para despejar.
Gracias a las bajas de varias figuras que normalmente hubiéramos visto en la Nationalelf, Jachim Löw pudo experimentar con parte de la banca y valuartes jóvenes que en cuestión de un par de años vestirán el uniforme de la selección mayor. Tan así fue la inclusión de los jugadores jóvenes, que los únicos dos convocados que tenían 25 años o más eran Sami Khedira y Miroslav Klose. Ron-Robert Zieler, portero del Hannover 96 de 23 años, fue el titular y figura trágica del encuentro, puesto que su expulsión supuso que Aleania jugaría 60 minutos con un hombre menos.
Saltó al terreno un portero que, pese a su cortísima edad -20 años recién cumplidos-, está destinado a ser el principal rival de Manuel Neuer por la portería de la selección germana. Tapó un penal de Messi e hizo un partido decente, en el que los goles eran todo menos evitables.
La defensa la lideraba una dupla de centrales -Hummels y Badstuber- que promedia 23 años de edad. El mediocampo no contó con sus ya emblemáticos Schweinsteiger y Podolski, sino con los jóvenes valuartes de la Bundesliga, como Reus, Götze y Schürrle. El promedio de edad de los convocados es de 22.8 años de edad, suficiente para haber jugado en las recién culminadas Olimpíadas.
El público deleitado
Por razones históricas y culturales, el público en las gradas de los estadios alemanes siempre ha sido exigente, incluso arrogante en ciertas situaciones. Sin tener que remontarnos mucho en el pasado, la Nationalelf fue silbada en un partido en el que «apenas» goleó a Kazajistán con un rotundo 3-0.
En esta noche de fútbol en el Commerzbank Arena, el ánimo fue otro. Los 51000 espectadores aplaudieron a sus jugadores hasta el último minuto, incluso pese a los tres goles encajados. Disfrutaban cada pase que hacía el equipo, aplaudieron cada cambio de Löw y los silbidos fueron reservados para los argentinos nada más. En buena medida, la razón de ser de esto se debió a la actitud que dispuso esta Alemania aún más joven.
La gallardía con la que salían a buscar el partido jugada tras jugada dejó en el olvido la timidez que ha mostrado Alemania en los últimos torneos internacionales, en los que fue eliminado en partidos donde jugó atípicamente reservado. Y tal coraje parece haber ayudado a la concentración, puesto que el número de balones regalados y el número de recuperaciones mejoró con respecto a un torneo en el que se jugó, en esencia, perfectamente.
La gambeta y la caricia
El fútbol-arte es algo que solemos reservar para el fútbol sudamericano, máximo exponente de hiladas de decenas de pases sin fin ni propósito y un ritmo de juego elaborado y colorido. En el duelo entre gauchos y teutones, sobró la estética, puesto que ambos conjuntos se dedicaron a hacer toques y pases maravillosos en espacios absurdamente reducidos.
Es cierto, una derrota no deja de ser una derrota. Pero para un equipo que jugó sin buena parte de sus titulares habituales, llena de jugadores que pudieron perfectamente haber sido postulados para un torneo sub23, que además debió disputar 60 minutos con un hombre menos, lo visto deja un buen sabor en la boca. Tal vez el marcador parezca amargo, pero las imágenes son caramelos. El recambio es menester si Alemania piensa en ser campeón en el 2014.