Alemania y la Copa del Mundo 2014
Llega el final de este año 2014, y con él se cierra un año histórico para el fútbol alemán. La selección germana, comandada por Joachim Löw, consiguió en Brasil el pasado verano su cuarta Copa del Mundo, tras una magistral actuación llevaba a cabo a lo largo del campeonato. Y es que la maquinaria teutona no frena en su progreso. Y 2014 es la mejor mejor demostración de ello. Un año que se cierra dejando a Alemania como líder del ranking FIFA de selecciones, casi 200 puntos por delante de Argentina, segunda en la clasificación.
Un equipo que ha conquistado el mayor trofeo del fútbol de selecciones por méritos propios, dejando en el camino a la anfitriona, Brasil, en un partido que pasará a la historia del fútbol.
Un año de gloria para el conjunto germano. Para Löw y para los miembros de la plantilla, a la que han llegado caras nuevas y jóvenes para dar una bocanada de aire fresco a un equipo que cada vez se renueva más y mejor. También se van algunos mitos, leyendas del deporte alemán y el fútbol mundial como Miroslav Klose o Philipp Lahm, ambos, retirados como internacionales tras la conquista de la Copa del Mundo.
Los meses previos al Mundial
El año comenzaba con una fecha marcada en rojo en el calendario de la selección. El 12 de junio se iniciaba la Copa del Mundo de Brasil y el primer objetivo de Joachim Löw era el de conformar un equipo a las alturas de las expectativas puestas en Alemania, que eran, como mínimo, terminar entre las cuatro mejores selecciones del mundo. Y Löw y su equipo cumplió, y tanto que cumplieron. Pero para ello hubo mucho trabajo de por medio en la federación y el cuerpo técnico, y por supuesto, algún que otro contratiempo.
El 15 de octubre de 2013 Alemania cerraba su participación en la fase de clasificación para el Mundial con una victoria por 3-5 sobre Suecia. Ponía de esta manera la guinda al pastel, en una fase pre-mundialista casi perfecta, cediendo apenas un empate en diez encuentros disputados.
Con esto, 2014 era el año de amistosos previos al Mundial, que debían servir para realizar una convocatoria lo suficientemente competitiva como para terminar entre los cuatro primeros en Brasil, y porqué no, levantar la Copa del Mundo.
Para ello el conjunto de Löw se preparó con cuatro amistosos, que acabarían resultando en dos empates y dos victorias. La última de estas, un 1-6 a Armenia que acabaría doliendo a la selección germana. En el partido, Marco Reus sufría una rotura en el ligamento externo del tobillo izquierdo que le haría perderse la magna cita que estaba a punto de arrancar en Brasil apenas una semana más tarde.
En toda esta etapa, la escuadra de Löw concentró en el Alto Adigio, al norte de la península itálica, y nada menos que al pie de los Alpes. Una concentración marcada por las dudas y los inconvenientes. El primero, en la portería. Manuel Neuer se había lesionado del hombro en la final de la DFB-Pokal disputada en Berlín, y no entrenó ni una sola vez con balón en la estancia germana en Italia.
No sólo Neuer, sino también el tobillo de Philipp Lahm fue un dolor de cabeza constante, que finalmente cedió, permitiendo al jugador del Bayern tocar balón en los últimos días de trabajo en la norteña ciudad, cercana a la frontera con Suiza.
Pero los problemas no se iban a resumir a lo meramente deportivo. Fuera de los terrenos de juego, y nada más llegar la selección germana a su destino de preparación, los tabloides alemanes se hacían eco de una pelea protagonizada por Kevin Grosskreutz con aficionados tras la derrota del Dortmund ante el Bayern en la final de copa. No sólo esto, sino que poco después era captado por algunas cámaras orinando a las seis de la mañana en la recepción del hotel de concentración del Borussia Dortmund en la capital alemana, en estado de embriaguez, tras la derrota sufrida ante el Bayern de Múnich en la final de la DFB-Pokal.
La siguiente noticia en llegar iba a salpicar directamente al seleccionador, Joachim Löw, a quien las autoridades alemanas le retiraban el permiso de conducir durante seis meses, tras varias multas por excesos de velocidad, y algunas imágenes publicadas por los medios del entrenador del combinado germano hablando por el móvil mientras conducía.
Ese mismo día, Julian Draxler y Benedikt Höwedes, ambos del Schalke 04, atropellaban a dos individuos -uno de ellos acabaría grave-, en un accidente ocurrido en las afueras de la concentración, durante un evento de Mercedez-Benz, marca patrocinadora de la selección alemana.
Con un panorama bastante turbio, al que se añadía la posterior lesión de Reus, Alemania se preparaba para su desembarco en Brasil con un portero que, a priori, debía partir como titular, a pesar de que aún no se había entrenado con balón desde el 17 de mayo, fecha de la final de la DFB-Pokal.
El camino de Alemania en el Mundial
Comenzaba la Copa del Mundo en Brasil. Alemania, que estaba encuadrada en el Grupo G, debía verse las caras ante rivales ciertamente incómodos como Portugal, Estados Unidos y Ghana. Y la primera fase finalmente no acabaría siendo tan plácida como se podría haber planteado en un principio.
En la primera fecha, una Portugal irreconocible caía goleada ante la maquinaria de Löw, que parecía engrasarse de manera rápida y sin mayores apuros, endorsando un 4-0 al combinado luso. Sin embargo, en el segundo partido, disputado en Fortaleza, la falta de concentración y los errores defensivos acabarían por dejar el marcador ante Ghana en un empate a dos que forzaba la necesidad de ganar en la última fecha ante Estados Unidos, que llegaba a dicho duelo empatada con cuatro puntos con el combinado germano.
Así, el Arena Pernambuco de Recife se vestía de gala para presenciar un duelo en el que estaba en juego la clasificación de ambos conjuntos, puesto que Portugal llegaba a esta última jornada aún viva, pero con la necesidad de golear a Ghana en el otro partido de la jornada.
Sin embargo, y como corresponde con la disciplina modélica alemana, un gol de Thomas Müller -su cuarto en esta fase de grupos- daba la victoria a Alemania ante Estados Unidos. Clasificación sufrida, pero conseguida, y Alemania ya estaba así en los octavos de final.
Llegaba la segunda ronda, ya a vida o muerte, y Argelia sería el rival a batir para la escuadra teutona. A priori, el cruce más fácil en estos octavos de final. Sin embargo, la titánica actuación de Rais M’Bolhi en la portería argelina acabaría por forzar una prórroga a la que se llegaba en empate a cero. Tras catorce disparos entre los tres palos por parte de Alemania, Schürrle y Özil salvarían la actuación de los de Löw, en un resultado que acabaría maquillando Djabou con el 1-2 para los argelinos en el último minuto.
Billete a los cuartos de final, que se plantaban con una prueba de fuego para Alemania. Francia esperaba en el Maracaná. El joven combinado galo llegaba invicto de la fase de grupos y tras batir a Nigeria en octavos, aunque sin la figura clave de un conocido de la Bundesliga como Franck Ribèry, ausente en el campeonato por una lumbalgia que le impidió viajar a Brasil.
Sin embargo, el partido se decantaría desde bien pronto del lado alemán, tras el gol marcado por Mats Hummels a balón parado a los doce minutos de encuentro. Lo demás es mérito defensivo, y de Hummels, específicamente. Benzema estuvo desaparecido y no porque no lo estuviera intentando, sino porque chocó con un muro germano que le impedía plantarse con opciones de peligro ante Neuer. Un Manuel Neuer que, sin embargo, en la única que tuvo el atacante del Real Madrid, apareció sacando una mano de acero que salvaba el marcador en los últimos instantes del partido. Victoria sufrida, pero a semifinales.
La anfitriona, Brasil, desde que se había conocido la sede del torneo, ya aparecía en todas las quinielas como una de las máximas favoritas para disputarle el título a la, hasta entonces, vigente campeona del mundo, España. Lo de la selección de Del Bosque en Brasil es una historia que ya todos conocen. Pero lo que estaba por ocurrir en el Estadio Mineirão de Belo Horizonte ha marcado una página totalmente nueva en la historia del fútbol.
Llegaba el 8 de julio, y Brasil y Alemania medían fuerzas con la mirada puesta en la final de Maracaná. Brasil, pensando en conseguir su sexto título en Copas del Mundo; y Alemania, a por la cuarta estrella para lucir en su escudo. Un choque de trenes sin dos protagonistas de la escuadra anfitriona. Thiago Silva, sancionado por acumulación de tarjetas, y Neymar, lesionado en cuartos de final ante Colombia, serían dos bajas esenciales para este partido. En detrimento del central del PSG actuaría Dante, una cara bastante familiar en la Bundesliga. Con esto, mejor contar la historia, que imaginar qué habría ocurrido en este partido si hubiesen jugado Silva y Neymar Jr.
Resulta difícil de creer que alguien no sepa el marcador final de este encuentro, o que ni siquiera lo haya visto. Por lo tanto, mejor centrarnos en los datos que rodearon a un partido que acabaría con una apabullante victoria de Alemania por 1-7 sobre Brasil.
- Primera derrota de Brasil encajando más de seis goles de diferencia en partido oficial. Su mayor derrota hasta entonces había sido un 0-6 ante Uruguay en la Copa América de 1930.
- Desde 1938 no se veía una goleada por seis o más goles de diferencia en una fase final de un Mundial. En aquel entonces, Suecia había goleado a Cuba por 8-0 en cuartos de final.
- Sólo el Zaire y Haití habían recibido previamente en Copa del Mundo, cinco o más goles en 45 minutos de partido.
- Alemania se convirtió en el segundo equipo capaz de marcarle siete o más goles a Brasil. Previamente, Yugoslavia había vencido por 8-4 a la canairinha en 1934.
- Con estos siete goles, Alemania se colocó como la selección con más goles anotados en la historia de los Mundiales con 223, por los 221 de Brasil.
- Alemania se convirtió en el primer país en marcar siete o más goles en unas semifinales de Copa del Mundo.
- Con esta victoria, Alemania pasó a ser la cuarta selección capaz de ganarle a Brasil en su propio país. Previamente lo habían conseguido Checoslovaquia en 1956, la URSS en 1980, e Inglaterra en 1984.
- A un anfitrión del Mundial no le marcaban cinco o más goles desde el Mundial de 1958, cuando Suecia perdía precisamente ante Brasil por 2-5.
- A Brasil no le marcaban más de cinco goles en casa desde la derrota por 1-5 ante Argentina en 1939.
- Alemania se convirtió en el primer país en marcar cuatro goles en seis minutos, entre el 23′ y el 29′.
- Alemania se convirtió en la primera selección en marcar cinco o más goles en la primera media hora de un partido.
Con esto, y tras la victoria de Argentina por penaltis sobre Holanda al día siguiente, la selección albiceleste chocaría en el Maracaná ante la escuadra de Joachim Löw, para cerrar la Copa del Mundo el 13 de julio de 2014. Ahora sí, Alemania estaba a tan sólo un paso de conseguir su cuarto título de campeón del mundo.
Llegaba el día soñado. A las 16:00 saltaban al terreno de juego de Maracaná los veintidós jugadores que iban a defender los colores de sus respectivos países. Por un lado, Alemania, aún invicta y con la moral por las nubes tras su goleada histórica en semifinales sobre Brasil. Por el otro, Argentina, que tuvo que sufrir para avanzar ronda tras ronda, pero que a base de trabajo llegó a una final, a la que muy pocos le habían vaticinado como último destino en esta Copa del Mundo.
Arrancaba así una final que ya en el calentamiento se había saldado con su primera víctima, tras la lesión de Sami Khedira que daba paso en el once inicial a Cristoph Kramer, poco después protagonista en el partido. Y es que en el minuto 17 del encuentro, Kramer sufrió un robusto choque con el central argentino Ezequiel Garay que dejó al jugador alemán en el suelo. Kramer, desorbitado, acababa de sufrir una conmoción cerebral; aunque, sin embargo, permaneció en el terreno de juego, hasta que tuvo que ser sustituido catorce minutos más tarde por André Schürrle.
Poco después de la conquista del título, Kramer afirmó que no recordaba nada de lo ocurrido en aquella tarde en el Maracaná. Así mismo, el árbitro del partido, el italiano Nicola Rizzoli, admitió tras el encuentro que el jugador germano le preguntó tras el encontronazo sufrido con Garay, «si realmente estaba jugando la final de la Copa del Mundo».
El partido, por su parte, como era de esperar transcurría en ambas áreas, de ida y vuelta con ocasiones de gol claras para ambos equipos, que al no materializar ninguna oportunidad, acabarían forzando la prórroga. Una prórroga mágica. Si previamente, en 2010, España había alzado su primera Copa del Mundo con un gol de Andrés Iniesta en la prórroga ante Holanda, Alemania no iba a ser menos.
En el minuto 113, el ya mágico y único minuto 113 de auqél partido, Mario Götze se vestiría de héroe, tras controlar con el pecho una gran asistencia de André Schürrle, y rematando de volea un balón que superaba a Sergio Romero, para marcar así el 1-0 para Alemania. Para marcar así el gol que le daba a la selección alemana el título de Campeón del Mundo en Brasil, su cuarto título en la historia.
Al unísono un país entero temblaba de furor al ver orgullosos a su selección a minutos de conquistar el campeonato del mundo. Sueño que se hacía realidad pocos minutos más tarde, cuando Philipp Lahm levantaría la Copa del Mundo, soñada por tantas y tantas generaciones de futbolistas alemanes, y que tan sólo unos pocos afortunados han tenido la oportunidad de tocar con sus manos.
Fotogalería de la final ante Argentina
Se cerraba así una actuación brillante de Alemania en el torneo. Una selección alemana que supo enfrentarse a todos los problemas que se fueron sucediendo desde meses antes del inicio del Mundial, hasta el mismísimo cambio forzado a inicios del partido de la final por la lesión de Kramer.
Si bien hubo críticas de por medio, problemas, discrepancias, etcétera; este equipo demostró estar hecho de un carácter único. Talentosos, valientes, pero sobretodo,competitivos. Un carácter competitivo que llevó a Alemania en este 2014 a cumplir su mayor sueño, el de levantar la Copa del Mundo.
GilbertCampana
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